Hace ya varios años que sentí un llamado muy fuerte, empecé a tener visiones, a sentir ángeles y a recibir mensajes. Cuando pensaba que estaba loca y que nada tenía sentido, tuve una charla con mis padres y les conté lo que me sucedía, preocupada por mi estabilidad en ese momento. Es ahí cuando mi padre me cuenta que mi bisabuela veía ángeles y que también podía mediar con el mundo espiritual. Mi respuesta irónica fue; ¿en qué momento de mi vida me lo pensaban contar? En ese momento entendí todo, de repente todo tenía sentido y me vinieron muchos recuerdos e imágenes a la cabeza.

¿Mi primer mensaje? A los 4 años, edad en la que no tenía conocimiento de este mundo ni sabía qué pasaba. A pesar de mi corta edad, recuerdo perfectamente estar cruzando por un paso de peatones de la mano de mi madre, y de repente una luz muy fuerte me cegó, como si el sol brillara con mucha fuerza pero no me hacía daño y se sentía cálido y angelical. Una voz me dijo; "Alba, has venido a este mundo a hacer algo especial".

Tuve experiencias un poco turbias, en el piso familiar donde vivía, pues ya de adulta entendí que estaba controlado por energías de baja vibración. Bloqueé mi don aproximadamente a los 7 años, y pasados los 20 años es cuando empiezo a tener nuevamente visiones y a sentir cosas diferentes.

Hoy doy gracias, gracias a todos los guías y a Dios por permitirme ser portadora de bendiciones y mediadora entre el mundo espiritual y terrenal. Ya son varios años dando sesiones, con alguna pausa en medio por motivos personales. Hay que saber cuándo parar, puesto que trabajar con energías es agotador y debemos asegurar nuestra salud física y mental, para poder hacer de las sesiones una experiencia inolvidable y angelical.