Llevamos muchos años escuchando ya acerca del despertar de la consciencia femenina y su trascendencia en estos momentos en los que nos encontramos.
Para quien aún no esté familiarizada/o con este término lo resumiríamos como un momento, en el mundo del trabajo interior y la espiritualidad, donde nos hacemos conscientes que dentro de cada una/o de nosotras/os residen tanto la energía femenina como la masculina y que la armonía de nuestra relación con nosotras/os mismas/os y las/os demás depende del equilibrio entre ambas fuerzas.
Además, incluye el reconocimiento de que este equilibrio ha estado ausente en nuestras vidas no sólo a nivel individual sino colectivo, de manera que hemos transitado como humanidad un período largo donde la energía masculina ha dominado y la energía femenina ha sido sometida; desequilibrio que hasta la fecha ha causado gran desconexión, separación y destrucción. Así, el despertar de la consciencia femenina no es otra cosa más que la intención de recuperar el balance natural entre ambas energías para que esto se refleje en relaciones y acciones mucho más constructivas y por ende en un mundo, interior y exterior, más armonioso.
Estamos en el marco del Día Internacional de la Mujer y en momentos donde las mujeres en todo el mundo están alzando la voz para pedir un cambio. Visto esto desde una perspectiva simbólica, las mujeres representan justamente el despertar de esta consciencia a través de los cuerpos físicos de aquellas almas que decidieron venir a transitar estos tiempos en cuerpos femeninos para desde ahí, actuar en consecuencia y ser ese cambio. Desde aquí, no hay separación. Las almas son hombre y mujer al mismo tiempo, los cuerpos son los distintos y son sólo el vehículo de expresión de dichas energías en su forma material y dual. Así, podemos entender por qué es importante que en un mundo que ha sido sometido por el hombre (masculino), sea la mujer (femenino) la que pida el cambio y la que accione en su ejecución.
Profundamente, sabemos que el patriarcado fue construido tanto por hombres y sostenido por ellos y por mujeres a lo largo del tiempo. Sin embargo, su ejecución primordial e inicial fue sostenida por el masculino. De la misma manera, hoy los hombres no se quedan fuera del movimiento femenino, pues con su pensamiento y acción también pueden sostener los ideales de una sociedad equilibrada y, sin embargo, ahora son las mujeres las que abren, ejecutan y caminan dicho cambio para arar la tierra y sembrar la intención.
Hay que recordar que el patriarcado no fue instituido por una simple petición y deseo, sino que es el resultado de años y años de llevar una forma de pensamiento a la acción constante. Así, podemos entender que, en estos tiempos, esta manifestación femenina es una manera simbólica en la que la humanidad puede recuperar su equilibrio y esta muestra debe estar acompañada por acciones concretas y coherentes que con el paso del tiempo construyan la nueva realidad.
Sumado a todo lo anterior, estamos en fechas que abren paso para llegar al Día Internacional de la Tierra, que justamente evoca a tomar acciones por ella. Y ella, no es otra cosa que la misma consciencia femenina pidiendo el mismo reconocimiento: es ella la que nos sostiene y nos nutre, tal como lo hace una madre.
No es de extrañar que un sistema basado en priorizar la energía masculina sobre la femenina haya traído como resultado una sociedad completamente desconectada de la naturaleza, porque ella es justamente una representante de las más altas esferas de expresión de lo femenino. Entonces, ¿cómo un sistema patriarcal podría reconocer la importancia de la naturaleza, cuando la propia institución de ese sistema está basada en la negación de cualquier cualidad que lo femenino pudiera aportar a la vida, aunque irónicamente, la naturaleza sea la vida misma?
Así, hoy en día, el clamor de la mujer que pide ser escuchada, respetada y amada es directamente un acto que refleja la propia necesidad de la Tierra que habitamos, y que, así como los hombres y las mujeres, es también un vehículo de expresión de la creación en forma material y que como nuestra proveedora de alimento y sostén simboliza a ese vientre que llamamos MADRE TIERRA.
Al final, si prestamos atención, la lucha actual en su raíz más profunda, no es una lucha entre géneros, creencias, razas, especies, etc.… Es un clamor por la vida.
¿Cómo podemos pedir por los derechos de la mujer sin pensar en los derechos de la Tierra?
¿Cómo podemos ser coherentes si pedimos respeto a lo femenino, pero no la volteamos a ver a ella?
¿Cómo alineamos lo que pensamos, decimos y hacemos para que nuestra petición tenga un impacto profundo y fuerza?
Con esta pauta, en Bosque de Luz queremos hacerte una invitación a realizar acciones materializadas que reflejen este estado de consciencia y cambio de paradigma para que no sólo despertemos al femenino dentro, sino que lo propaguemos fuera.
En un acto de sororidad, abrimos un puente de 14 días, entre el Día Internacional de la Mujer y el Día Internacional de la Tierra, para conectar dos fechas que están íntimamente relacionadas y para que como mujeres unidas sembremos esperanza en la Tierra como agradecimiento y regalo. El femenino honrando al femenino.
Te invitamos a explorar la iniciativa AQUÍ
¡Muchas Gracias!
Somos amor. somos uno