Para que un alma pueda encarnar, para que pueda descender a la materia e iniciar un nuevo viaje de aprendizaje y crecimiento necesita herramientas, vehículos a través de los que viajar.
De todas esas herramientas, de todos esos vehículos, sólo somos conscientes del más denso, del vehículo físico, del cuerpo de carne que habitamos.
Pero hay muchos otros, menos densos y más conectados con quienes somos realmente en otros planos de conciencia y en última instancia, con La Fuente.
En este artículo voy a hablar de siete cuerpos, los relacionados con los siete chakras principales, aunque hay muchos más en niveles más elevados que también nos ayudan durante la encarnación.
A estos cuerpos sutiles se les da diferentes nombres y se les asignan diferentes funciones según quien canaliza la información. Yo voy a compartir lo que canalicé desde los Registros Akáshicos. No pretende ser dogma, ni verdad absoluta, sólo un acercamiento a nuestra naturaleza divina. Acogedlo si resuena en vuestros corazones, olvidadlo si no lo hace.
El más sutil, el más elevado de esos siete cuerpos, es el Cuerpo Espiritual, el Cuerpo del Espíritu. Es un campo de alta vibración que se encuentra en dimensiones más elevadas que aquella en la que encarnamos (para la mayoría estaría situado en quinta dimensión, aunque para algunos se encontraría en sexta o en séptima dimensión, en función del estado evolutivo del Ser).
En este campo vibratorio se encuentra el Amor de La Fuente en su más pura expresión para nuestro mundo. Es aquel que mantiene nuestra conexión con Dios/Diosa – Padre/Madre- Espíritu – Fuente- Poder Creador (o como cada uno quiera llamar al Amor Universal). Es el que (aún sin ser conscientes) nos mantiene conectados a toda la creación. Es a través de este séptimo cuerpo (empezando a contar por el más denso, el cuerpo físico) que el alma empieza a tener contacto con la que será su siguiente encarnación.
Este séptimo cuerpo está relacionado con nuestro séptimo chakra, el chakra corona, el que nos une a nuestra divinidad.
El siguiente cuerpo, el sexto, es al que llamamos Cuerpo del Alma o de la Conciencia y está vinculado o relacionado con nuestro sexto chakra o tercer ojo. Es en este cuerpo en el que el alma deposita toda su energía para realizar la encarnación.
Es a través de este cuerpo que el alma conecta con la densidad de la Tierra, con los diferentes niveles vibratorios. A través de él empieza a adaptarse a la dimensión en la que se encuentra el planeta antes incluso de encarnar para que el proceso de reencarnación no sea dramático, no sea drástico, para que el descenso de nivel vibratorio no suponga un trauma para esa alma valiente que decide de nuevo experimentar en el planeta azul.
Es en este cuerpo en el que está lo fundamental de esa alma que encarna: su esencia, su sonido particular, su color, su aroma único y especial, y dará forma al resto de los cuerpos que son los encargados de ayudar al alma en la encarnación, los que realmente van a intervenir en el aprendizaje y en las experiencias.
El quinto cuerpo, el Cuerpo Causal o de la Voluntad, estrechamente relacionado con nuestro quinto chakra, el chakra laríngeo, el de la garganta. En este cuerpo se graban, se descargan a nivel vibratorio, todas las posibilidades futuras de ese ser, todas las probabilidades abiertas para esa encarnación.
Este abanico de opciones viene determinado por las experiencias vividas ya en vidas pasadas, por aquellas lecciones aprendidas, por aquellos dones ya activados y también por aquellas materias pendientes de integración.
Todo esto vibra en ese espacio del cuerpo causal manifestando en nuestra realidad el plan de vida que hemos elegido esta vez, actuando como almacén de todas nuestras herramientas ya adquiridas para que a medida que nuestra conciencia despierte podamos rescatarlas para poder aplicarlas.
El cuarto cuerpo es el Cuerpo Mental, más cercano a la densidad de nuestra vida y de nuestra realidad. En él flotan nuestras creencias y nuestros pensamientos. Algunos de esos patrones mentales se integran en este cuerpo en el momento del nacimiento por herencia de linaje; son los patrones de nuestro clan, aquellos que hemos venido a experimentar y casi siempre a iluminar y transformar.
También aquí vibran las creencias y los pensamientos que hemos decidido por elección transitar y experimentar y que están en consonancia con el plan divino que hemos elegido. El color y la forma de este cuerpo variarán en función de cómo nuestras crencias y pensamientos vayan modificándose o vayan construyéndose o deshaciéndose. Este cuerpo está vinculado a nuestro tercer chakra, al chakra del plexo solar.
El tercer cuerpo es el Cuerpo Astral, también llamado Cuerpo de los Sueños o Cuerpo Emocional. Es a través de este cuerpo que podemos conectarnos con otras vidas y realidades, con otros mundos. De manera innata e instantánea, en el momento del sueño, del sueño profundo, nuestro cuerpo astral nos transporta a otros espacios energéticos. Algunos de estos espacios nos permiten descargar nuestras tensiones y nuestras emociones produciendo lo que llamamos sueños, revelándonos así qué está ocurriendo en nosotros a nivel emocional o mental. Es una forma de drenar aquello que nos perturba o que está en desequilibrio.
A través del cuerpo astral también llegamos durante el sueño a espacios en los que conectamos con otras almas viajeras para recibir consejo, instrucción o simplemente apoyo o consuelo. En muchas ocasiones cuando sentimos que hemos estado con un ser querido en esos estados del sueño realmente ha sido así.
También en estos viajes podemos llegar a lugares donde maestros, seres de luz muy evolucionados, nos esperan para enseñarnos acerca de las materias que en este momento necesitamos para nuestra evolución.
Y para aquellos que ya están avanzados en el dominio de la energía, el cuerpo astral les servirá como vehículo para llegar conscientemente a otras dimensiones donde aprender o realizar servicio de luz.
Este cuerpo sutil está conectado a nuestro segundo chakra.
Todos nuestros cuerpos están conectados energéticamente por lo que llamamos el cordón de plata. Es un canal de luz vibrante, al máximo nivel vibratorio, que conecta todos nuestros cuerpos entre sí, conectándolos también con nuestro Ser Superior y con La Fuente misma. Por eso debemos sentirnos seguros cuando usemos nuestro vehículo astral, sólo recordando protegernos con la mayor luz, con la mayor intensidad vibratoria, para que ninguna energía que esté por debajo del Amor nos pueda afectar o perturbar.
El segundo cuerpo, el primero de los sutiles, de los no densos, es el Cuerpo Etérico o Cuerpo Vital. Con paciencia y práctica podemos llegar a sentirlo con nuestras manos, aunque su energía es más vibrante y más elevada que la de nuestro cuerpo físico. Ocupa el espacio entre nuestra piel y unos cinco centímetros más al exterior. Es lo que comúnmente se denomina aura.
Este cuerpo tiene varias utilidades, varias funciones. La primera es la de servir de molde para nuestro cuerpo físico. Antes de densificarnos, es en esta matriz etérica en la que planificamos cómo será nuestro cuerpo físico, como se gestará en el momento del embarazo.
Por otro lado también en este cuerpo etérico se encuentran las memorias de vidas pasadas. Estarán activas aquellas memorias que hemos decidido transformar y transmutar, aquellas lecciones que están aún sin aprender o que habiéndolas aprendido no están aún suficientemente integradas. Estas memorias de vidas pasadas activas en el cuerpo etérico están vinculadas estrechamente con toda la información que reside en el cuerpo causal.
Y por último nuestro Cuerpo Físico, aquel que percibimos con nuestros sentidos físicos. Exactamente igual que nuestro cuerpo etérico pero con una vibración mucho más lenta y por tanto, densa. Es un vehículo perfecto para cada una de las encarnaciones, para permitirnos experimentar aquello que hemos decidido vivir.
Amémoslo y honrémoslo como al resto de nuestros cuerpos sutiles porque gracias a él estamos aquí, olemos, respiramos, sentimos…. Además nos sirve de espejo permanente mostrándonos a través de sus desequilibrios aquello que está desequilibrado en el resto de nuestros cuerpos, en nuestras emociones, en nuestros mentales.
Cuando no estamos alineados con lo que planificamos vivir, él nos lo muestra. Observémoslo con curiosidad, con atención, con paciencia, con una mirada divertida, sabiendo que es uno de nuestros mejores maestros.
Somos mucho más que un manojo de huesos, músculos y sangre. Disfrutemos de la experiencia de estar de nuevo aquí.