Mis amadas y amados hermanos que habitáis en Gaia.
Antes de nada, abrazo vuestros corazones si me lo permitís, acaricio vuestras cabezas, vuestros ojos, vuestras gargantas pues siento que están cubiertas de un profundo pesar que no os deja ver en lo que os estáis convirtiendo y en lo que se está convirtiendo la humanidad entera y por supuesto Gaia, nuestra amada Gaia.
El caos que os envuelve, el miedo que os separa, la sensación de falta de libertad os está alejando del verdadero proceso que está ocurriendo en vuestra realidad.
Lo sé, todos nosotros lo sabemos. Inmersos en vuestras turbulencias no os resulta sencillo ver más allá de las apariencias.
Pero os invito, os invitamos, a mirar con calma qué está ocurriendo en vuestros mundos, qué se está desmoronando en ellos y a qué está dejando paso.
Puede que aún no seáis capaces de ver eso que ya nace en vosotros y en vuestras realidades, porque aún está sepultado por los restos de lo que está cayendo, pero un nuevo mundo se construye ya, una realidad en la que cada uno de vosotros y vosotras sois creadores de todo cuanto experimentáis con mayor rapidez y mayor consistencia que nunca antes.
Cada uno de vosotros vivirá este proceso a su manera, a su tiempo; todos exactamente igual de perfectos, necesarios, pues el bagaje ancestral que cada uno porta en sí es único.
Los filtros con los que estáis experimentando esta encarnación también lo son. Todas vuestras experiencias previas a este momento tiñen de un color concreto toda vuestra realidad y eso hace que la vida sea un arcoíris.
Es momento de estar en calma, es momento de observar qué está ocurriendo fuera de mí, y con cuántas de esas situaciones yo estoy implicada. Así tomaréis conciencia de dónde todavía tenéis apegos.
Una vez conocido esto, no es necesario hacer nada si no os sentís listos o si no os apetece en ese momento disolver esos apegos, porque os de miedo, porque no os sintáis seguras, por diferentes razones, cada uno las suyas.
Pero esta toma de conciencia lo cambiará todo, y en el momento en que os sintáis preparados ya sabréis dónde y qué soltar.
Este momento planetario tan especial, tan único, es un campo de pruebas para todos vosotros, un momento en el que practicar todo eso que lleváis recordando durante tanto tiempo en esta encarnación y en muchas otras: el desapego, la confianza, la observación imparcial, la comprensión del otro, también la de uno mismo, el amor incondicional en cada instante, la aceptación de ti misma y del otro, la constancia y la dedicación, la libertad incluso en momentos de restricciones de acción puesto que la libertad de sentir y de pensar sigue estando en el corazón de cada uno y cada una de vosotras.
Recordad que cada uno habéis vivido experiencias muy diferentes y que no conocéis las experiencias que vuestro hermana o hermano han vivido, de la misma forma que ellos no conocen las vuestras.
Así que antes de juzgar a nadie, ni siquiera a vosotros mismos, miradlos con amor y con aceptación puesto que no sabéis el dolor que lleva en su corazón, y a veces, ni siquiera sabéis el dolor que lleváis vosotros mismos.
Así que envolvedlo todo con amor, con libertad, con paz, con aceptación y confianza y permitid que vuestro ser vaya acomodando sus nuevas piezas, vaya despertando dones dormidos hasta hoy, conocimiento oculto a vuestros ojos hasta este momento.
No tengáis prisa, pues no la hay.
Dejad que todo renazca a su tiempo y en su forma, a su ritmo, y que se integre en vuestras vidas, en vuestro ser, en todo vuestro cuerpo físico y sutil, para que podáis volver a ser lo que siempre sois, una chispa divina manifestada en un plano físico.
Recordad que os amamos profundamente.
Sois profundamente amados en todos los planos de existencia y estáis mucho más acompañados de lo que creéis o de lo que sentís.