Tu inconsciente no conoce ni pasado ni futuro.
Vive en el presente.
Alíate con él para aumentar tu autoestima.
Háblale en su mismo lenguaje, el de las formas y lo abstracto.
Disfruta estos ejercicios. Son para ti y para estar contigo misma.
Intenta no pensar, sólo déjate llevar, juega con tu niña interior para encontrar a la mujer real que eres.
1. No hay nada de malo en ti.
¿Te crees esta afirmación?
Si la respuesta es SÍ, entonces pasemos al siguiente paso.
Si la respuesta es NO, entonces podríamos hacer algún ejercicio para trabajar esa parte.
Parto de la creencia que si has entrado a leer este artículo es porque de alguna forma crees que hay algo en ti que falla. Quizás sea a nivel personal, emocional, profesional o físico.
¿Me creerías si te dijera que no hay nada de malo en ti?
Párate un momento a pensar, ¿qué crees que hay de malo en ti? Sea lo que sea, ¿de dónde has sacado esa idea?
¿La piensas hace tiempo? ¿La oíste en algún sitio? ¿Alguien te la dijo?
Es una conclusión a la que has debido llegar tú sola, pero a las conclusiones siempre se llegan por algún motivo.
Ese pensamiento seguramente tendrá algo que ver con alguna opinión externa. O quizás alguna experiencia que hayas vivido te llevó a ver lo negativo que piensas de ti.
Como no sé exactamente qué es eso que crees que está mal, vamos a hacer un ejercicio para ver al menos de dónde viene dicho pensamiento.
Coge papel y boli.
Cierra los ojos. Respira profundo varias veces. Relájate.
Busca un momento en tu vida en el que eso “malo” que tenemos que “arreglar” te afectó directamente.
Ahora, con los ojos cerrados, escribe una frase que resuma aquella situación y, sin abrirlos, dibuja algún objeto que estuviera ahí o que te recuerde a ese escenario.
No te preocupes si lo haces torcido o dibujas encima de la frase. Sólo deja que tu mano exprese lo que sientes dentro.
Cuando sientas que ya hayas acabado, abre los ojos.
Coge ese papel y acércatelo al corazón.
¿Qué sientes?
Escribe tres sensaciones corporales que hayas sentido con ese papel en el corazón en la parte de atrás del papel.
Ahora quema en un lugar seguro el papel, completamente. Esparce sus cenizas por donde quieras.
Ahora siéntate y vuelve a imaginar la misma situación, haciendo o diciendo lo necesario para que ella ya no te afecte.
Con los ojos abiertos, dibuja algo que represente para ti ese cambio en el escenario. Píntalo, o escribe palabras, lo que te apetezca.
Cuelga ese dibujo en la pared en un lugar que lo puedas ver cada día.
Cuando puedas recordar ese momento que hemos trabajado, sin que te duela, puedes descolgar el dibujo de la pared y tirarlo si te apetece.
Recuerda: no juzgues nada de lo que estamos haciendo, ni mucho menos, te juzgues a ti por nada. Sólo confía en la vida y en tu alma. Ellas te cuidan.
2. ¿Qué te gustaría que te hubieran regalado alguna vez y nunca lo hicieron?
Piensa en algo que te haga feliz, algo que te encante. Sea material o no. Si no encuentras nada, piensa en cuando eras una niña.
¿Qué te gustaba? ¿Qué no te gustaba?
Piensa con calma. Cuando lo hayas encontrado, lo sabrás.
Si es algo que está dentro de tus posibilidades y nunca antes nadie te había regalado, entonces, búscalo.
Cuando lo encuentres, sea lo que sea, y puedas pagarlo, si es que es algo material, cómpralo. Si no es algo material o algo que tenga un valor económico, entonces, disponte a buscarlo.
Una vez lo hayas conseguido, busca un espacio y un tiempo contigo a solas.
Envuelve el regalo. Haz una nota, como si fuera alguien que no fueras tú quien te lo regale.
Haz una pequeña ceremonia, aunque pienses que parezca muy loca la situación, pero prepara todo como si fuera una pequeña fiesta, sólo para ti.
En la nota, puedes poner algo así como “te lo mereces …enumera los motivos, que seguro tienes muchos para decírtelo”.
Luego, coge la nota, léela en voz alta y abre el regalo.
Date un tiempo y siente todas las sensaciones que esta situación te pueda aportar. Date a ti misma las gracias.
3. ¿Tienes algún sueño?
Si es que sí, entonces no hace falta que lo busques. Sólo escógelo, el que más te apetezca. Aunque parezca imposible. Da igual si es imposible o no, pero búscalo.
Si es que no lo tienes, entonces, piensa en uno, encuéntralo. Si crees que es demasiado para ti, entonces, escoge ese.
Cuando lo tengas, busca una libreta en blanco.
Pon la fecha. Para un momento, cierra los ojos, respira hondo varias veces y cuando estés relajada, escribe un cuento, contigo de protagonista, viviendo ese sueño. Inventa una historia, aunque no tenga sentido, pero eso sí, que aparezcas tú dentro de ese sueño.
Si no lo acabas en ese momento, no pasa nada. Puedes escribir cada día un trocito. Inventa escenarios, sensaciones, historias. No te preocupes, si no tienen sentido. Sólo que no olvides de ser tú la protagonista. Si ves que la historia aumenta y salen otros protagonistas, no olvides de volver al centro.
Describe detalles de ese sueño, imáginate que lo estás viviendo, escribe sensaciones, emociones.
Si no tienes tiempo, busca 10 minutos cada día. Siempre que acabes de escribir, pon “continuará….”.
Y sigue otro día.
4. Dibújate
Volvemos a coger lápices de colores, pero esta vez necesitaremos 3 hojas en blanco.
En una vas a dibujarte cuando eras niña.
En otra como eres en la actualidad.
En la última, cómo te imaginas cuando seas mayor.
Utiliza todos los colores que necesites, dibújate con la ropa que quieras, aunque no la tengas.
En el espacio del corazón, dibuja un corazón a cada una de ellas.
Cuando hayas terminado, recorta las figuras.
Coge otro folio y pega las tres figuras. Si no te caben, pégalas en una cartulina.
Primero pon a tu niña, luego a ti en la actualidad y después a tu futura mujer.
Luego dibuja, una línea que una los tres corazones.
Debajo escribe algo así como “deseo que mi yo actual y mi yo futura cuiden siempre a la niña que hay en mí”.
5. Moldéate
Ve a comprar arcilla o plastelina o algo que puedas moldear.
No hace falta que te gastes mucho dinero, ni es necesario que sea algo que tengas que poner en el horno. Solo algo que puedas trabajarlo con tus manos.
Cuando tengas la arcilla o lo que hayas podido encontrar, entonces, ya sabes...
Relájate, cierra los ojos, tomas varias respiraciones y cuando estés tranquila, empieza a trabajar la arcilla.
Tómate tu tiempo, pero intenta hacer la forma de tu cuerpo. Cabeza, tronco, brazos, piernas…no hace falta que sea perfecto, solo inténtalo.
Intenta hacerla no como te ves en el espejo, sino como te sientes tú en tu interior.
Si crees que te sobran kilos pero tú por dentro sientes que no, no te los pongas.
Es decir, moldéate lo más parecido que puedas a como tu alma realmente siente tu cuerpo.
Si tienes arrugas pero te sientes una jovencita, intenta plasmar esa sensación de juventud.
Cuando hayas acabado, hazle una foto. No juzgues en ningún sentido sea lo que sea que que veas. Ni para bien ni para mal.
Escribe en tu libreta de los sueños la fecha en la que hiciste la figura. Escribe sinceramente lo que sientes al mirarla. Sin juicios, sin pensar. Sólo escribe lo que sientes, no lo que piensas, al mirarla.
Lávate las manos. Cuando las tengas secas, intenta acariciar la figura y dile que la quieres, aunque no lo sientas, pero díselo cada día, todas las veces que puedas. Pon la foto en el fondo de pantalla de tu ordenador o de tu móvil.
Al cabo de unos días, abre la libreta y vuelve a escribir lo que sientes al mirarla. ¿Sientes algunda diferencia?