¿Quién no ha oído hablar del poder del Amor? Se escucha a menudo decir que el Amor lo puede todo. Pero muchas veces es una frase mental, algo que hemos aprendido, que hemos escuchado de labios de otros, pero con la que no hemos conectado desde lo más profundo de nosotros mismos.
Y sin embargo, es real. El Amor es esa energía poderosa e impulsiva, que acoge y sostiene, aquella que mueve y cohesiona toda la creación. El Amor en ocasiones puede resultar similar a un soplo, un soplo de posibilidades, de dulzura, de sueños por cumplir.
Pero a veces creemos que el Amor es una energía que nos debilita, que nos sitúa en una posición de entregar sin recibir. Nos resulta difícil conectar con el aspecto del Amor creador, creativo, arrollador, poderoso, arrasador. Pero todas esas facetas también constituyen el Amor mismo.
El Amor está presente en cada uno de nosotros, poco importa si somos conscientes o no. El Amor ES en nosotros. SOMOS Amor. Lo único que ocurre en el transcurrir de la vida es que tapamos ese Amor, lo disfrazamos con diferentes máscaras, lo ocultamos detrás de cada una de ellas.
El objetivo está en conseguir desprendernos de esas máscaras para llegar a lo más esencial de nosotros, para redescubrir ese Amor que nos invade, que nos conecta con el Amor que habita en cada uno de los seres que disfrutan de este maravilloso Planeta Azul.
Desde siempre, en todas las culturas o religiones, se nos ha enseñado a renunciar al Amor por nosotros mismos. Lo revisten de egoísmo, de falta de generosidad y nos obligan a amar siempre al prójimo por encima de nuestras propias necesidades.
Prójimo significa próximo, y nadie más próximo a nosotros mismos que nuestro propio corazón, que nuestro propio sentir, que nuestra propia esencia. Así que para amar a otros primero debemos aprender a amarnos a nosotros mismos, a mirarnos con dulzura, con admiración por todo lo logrado, con comprensión cuando cometemos los mismos errores, con ternura cuando sufrimos de manera innecesaria, con empuje y con impulso para hacernos avanzar.
Para entregar a otros primero hay que disponer de aquello que queremos entregar. No es posible amar con total entrega a otros si primero no nos amamos a nosotros mismos, no nos respetamos, no nos comprendemos.
Nos tenemos que desprender de esos conceptos no amorosos que nos inculcan, de esos patrones limitantes que están tan extendidos, de esas enseñanzas de que el otro siempre ha de ser más importante que nosotros mismos.
La vida trata de “ser feliz”, y el Amor es la base de la felicidad. Amarse a uno mismo no significa amarse más que al otro, significa amarse tanto como al otro. Por eso no es egoísmo, no es egocentrismo.
Desde esa profunda conexión con el Amor desde el corazón, sin juicios, sin críticas, desde ahí es desde donde podemos conectar con todo y con todos, sintiéndonos libres para amar y ser amados, sintiéndonos merecedores del más puro Amor y de toda la abundancia del Universo.
Así que te invito a amarte con Amor incondicional, con total rendición a la divinidad que eres y manifiestas.
Yo ME AMO y como somos uno, por tanto, TE AMO.