En los años 50, Nikolaas Tinbergen, zoólogo holandés y uno de los padres de la etología (rama de la biología y la psicología que estudia el comportamiento humano y animal), realizó varios experimentos que descubrieron una de las claves del errático comportamiento sexual humano en nuestra sociedad.
Uno de los experimentos se realizó con peces espinosos. Los machos de esta especie tienen un vientre de color rojo y atacan a otros machos si entran en su nido. Si es una hembra la que se acerca, entonces la guían hasta el centro del mismo para que ella ponga allí sus huevos. Tinbergen fabricó réplicas de peces en madera y los acercaba a territorios de peces espinosos. Fue variando el diseño de estas réplicas hasta descubrir que es el color rojo de la parte inferior del cuerpo lo que constituía la señal de ataque para el pez real. También descubrió que los machos guiaban a hembras falsas de madera al nido si éstas tenían la tripa redonda, sin importar su color. Esta redondez es característica de las hembras cuando van cargadas de huevos.
Pero lo más interesante de estos descubrimientos es que los peces falsos tienen la capacidad de sobrepasar el poder de los estímulos naturales: los peces ignoraban a los machos reales para atacar a los de madera que tenían un vientre rojo más brillante y llamativo que el natural. O escoltaban a una hembra falsa de madera con una tripa más abombada que la de la hembra real.
Tinbergen también experimentó con huevos de aves. Fabricaron huevos falsos pintándolos de un azul más llamativo que los huevos reales de la especie y las hembras dejaban de lado sus propios huevos para dedicarse a incubar los falsos. Algunos eran tan exageradamente grandes que el ave resbalaba por él y caía, pero insistía una y otra vez en volver a intentar incubarlo.
Tinbergen llamó a este hecho "estímulo supernormal" y afirmó que los instintos animales están programados para responder a ciertos estímulos, los cuales, si son amplificados, incluso artificialmente son capaces de engañar a esos instintos y por tanto al individuo.
Este fenómeno también se repite en los humanos. En nuestra sociedad actual estamos expuestos a infinidad de estímulos supernormales que alteran nuestro comportamiento y conforman nuestras elecciones.
- Un bollo de chocolate relleno de chocolate y con chocolate caliente por encima, es un estímulo supernormal. La Coca-Cola es otro, los colores de su empaquetado... La alimentación industrial se aprovecha de nuestros instintos para influir en nuestras decisiones.
- La industria pinta a la mujer como al pez de madera, para provocar estímulos supernaturales en los hombres, exagerando las señales fisiológicas naturales de juventud y fecundidad: ojos grandes, labios carnosos, mejillas sonrojadas...
- La pornografía. El ser humano está diseñado para responder a los estímulos procedentes de una interacción sexual real, pero no para excitarse ante píxels en una pantalla, o a tinta en una revista. Sin embargo, como el humano está diseñado para responder también ante claves visuales, es fácil engañar a los instintos con imágenes de una película o una revista.
- La novela romántica. La antropóloga estadounidense April Gorry realizó un estudio en 1999 sobre novelas románticas en el que concluyó que:
- El punto de vista es el de la protagonista y el argumento principal trata sobre cómo ella persigue conseguir al hombre adecuado.
- El protagonista es siempre mayor que la protagonista. Incluso más mayor que lo que suelen ser en la vida real (7 años de media en las novelas, 3 años mayores de media en la realidad)
- Los protagonistas son bastante altos, más que la media natural.
- Los protagonistas son atléticos, fuertes, grandes, bronceados, guapos, masculinos, activos y llenos de energía, combinación global que de forma natural es practicamente imposible de encontrar.
- El protagonista es audaz, tranquilo, seguro de sí mismo e inteligente.
- Respuesta del protagonista ante la insinuación de ella: le declara su amor, la ama más que a ninguna otra mujer de su vida, la desea sexualmente de manera incontrolada, la considera la única y más importante mujer de su vida y su deseo es protegerla.
Estas conclusiones coinciden una por una con lo que numerosos investigadores de la sexualidad, entre ellos el psicólogo David Buss (quien defiende que en la actualidad no existe la libertad sexual en nuestra sociedad), afirman que valoran positivamente las mujeres a la hora de elegir pareja sexual. Nos encontramos de nuevo ante la explotación de un instinto, fabricando un pez de madera con sus cualidades exageradas para modificar la excitación y placer del individuo, en este caso de la mujer. La sobre-exposición continuada a estos personajes ficticios con "estímulos supernormales" en series, películas y novelas, acostumbra y reprograma al cerebro femenino hasta el punto de que finalmente en la vida real prefiere elegir a un "hombre de madera" que a un hombre real, con las conocidas decepciones que esto conlleva. E insistirá igualmente, una y otra vez, así como el ave intentaba eternamente incubar el huevo de madera. Y lo mismo ocurre con los hombres que persiguen a "mujeres de madera", obviamente.
Y este fenómeno es tan exagerado en la sociedad de hoy, que las mujeres llegan a pensar que solo los hombres que cumplen el modelo artificial de las novelas son la única fuente de amor válida, y los hombres llegan a creer que solo las mujeres que cumplen el modelo artificial de la pornografía son la única fuente de placer válida. Cuando la fuente del amor y el placer está en otros lugares mucho más naturales y auténticos.
Podemos seguir como hasta ahora, persiguiendo muñecos de madera a la hora de comer, de vestir, de exponernos al mundo y de elegir pareja. O podemos dejar de identificarnos con nuestros instintos naturales manipulados, darnos cuenta de que ellos poco tienen que ver con lo que somos realmente, y comenzar a sentir a la vida y a las personas con el corazón. Podemos volver a ser naturales, podemos volver a ser felices. La decisión es nuestra.