La base conceptual de Biodanza proviene de una meditación sobre la vida, del deseo de renacer de nuestros gestos despedazados, de nuestra vacía y estéril estructura de represión.
El primer conocimiento del mundo, anterior a la palabra, es el conocimiento por el movimiento.
La danza es, la expresión de la unidad orgánica del hombre con el universo. Esta noción de la danza como cenestesia integrativa, es muy antigua y tiene, a través de la historia, numerosas expresiones culturales, tales como las danza primitivas, las danzas órficas, las ceremonias tántricas o las danzas giratorias del Sufismo.
Una sesión de Biodanza es una invitación a participar en esa danza interior que comprende nuestros estados anímicos, emocionales, psíquicos y estructurales que comprende nuestro ser. Para poder mostrarnos libres y orgánicamente fluidos
Sin embargo, Biodanza no consiste sólo en danzar, sino en activar, mediante ciertas danzas, potenciales afectivos y de comunicación que nos conecten con nosotros mismo, con el semejante y con la naturaleza.
¡Cambiemos nuestros actos y cambiará todo a nuestro alrededor!
La transformación mediante Biodanza no es una mera reformulación de valores, sino una verdadera transculturación, un aprendizaje a nivel afectivo, una modificación límbico-hipotalámica.
Biodanza se propone restaurar en las personas, la vinculación originaria a la especie como totalidad biológica. Este punto de partida es indispensable para la supervivencia.
Biodanza tiene su inspiración en los orígenes más primitivos de la danza.
Es importante esclarecer que la danza, en un sentido original, es movimiento vivencial. Muchas personas asocian la danza al espectáculo de “ballet”. Esta es una visión formal de la danza.
La danza es un movimiento profundo que surge de lo más entrañable del hombre. Es movimiento de vida, es ritmo biológico, ritmo del corazón, de la respiración, impulso de vinculación a la especie, es movimiento de intimidad.
Biodanza es una danza orgánica, que responda a los patrones de movimiento que originan la vida.
Hemos buscado esa coherencia y la hemos encontrado, posiciones generatrices, armonía musical entre los seres vivos, resonancia profunda con el micro y macrocosmos. Nuestro propósito es dilucidar esas pautas de movimiento para la vinculación real.
Solamente si nuestros movimientos restauran su sentido vinculante, lograremos renacer del caos de nuestra época.
Participamos, así, de una visión diferente. Buscamos acceso a un nuevo modo de vivir despertando nuestra dormida sensibilidad. Estamos demasiado solos, en medio de un caos colectivista.
Hay un modo de estar ausente con toda nuestra presencia. En el acto de no mirar, de no escuchar, de no tocar al otro, lo despojamos sutilmente de su identidad. No reconocemos en él a una persona; estamos con él, pero lo ignoramos. Esta descalificación, consciente o inconsciente, tiene un sentido pavoroso que involucra todas las patologías del Ego.
Celebrar la presencia del otro, exaltarla en el encanto esencial del encuentro es, tal vez, la única posibilidad saludable.
La ternura: cualidad de una presencia que concede presencia.
Lo que necesitamos para vivir es un sentimiento de intimidad, de trascendencia, de vinculación gozosa y de estimulante dicha. Pues bien, en esas necesidades naturales tiene puestos sus objetivos Biodanza.
Sabemos que la consistencia existencial no puede provenir de una ideología, sino de las vivencias en acción. La finalidad de Biodanza es activar, a través de la danza y ejercicios de comunicación en grupo e individuales, profundas vivencias armonizadoras.
LA VIVENCIA es la herramienta por excelencia de BIODANZA, que induce en el ser humano un cambio progresivo en la actitud frente al mundo y frente a la vida trayéndole al aquí y ahora, estimulando el inconsciente vital y los potenciales genéticos.
En Biodanza desarrollamos las 5 líneas de vivencia principales del ser humano, que son: Vitalidad-Creatividad-Afectividad-Sexualidad y Trascendencia. ¿Te animas a descubrirlas?